Dr. Ángel Juárez
Cirugía Estética y Plástica
Medicina Estética
FUENTE: Guapisimas Stilo
El impacto que el uso de filtros en redes sociales puede tener sobre la autoestima de los jóvenes es algo que comienza a estudiarse. La marca Dove, siempre pendiente del “body positive” ha realizado un estudio que nos pone en contexto:
A los 13 años, el 72% de las niñas españolas ya ha descargado un filtro o aplicación de retoque para las fotos que sube a redes sociales.
Y lo hacen por un motivo que nada tiene que ver con la diversión de colocar mariposas sobre sus narices o unas orejas de perro que suben y bajan cuando cambia su expresión. Una de cada cuatro jóvenes “no se ve lo suficiente bien” si no edita sus fotografías y el 20% reconoce sentirse decepcionada por no tener en la vida real el aspecto que tiene en sus fotos de las redes sociales.
Todas hemos hecho algún truco de edición con las fotos que subimos a Facebook, Instragram, incluso LinkedIn: corte estratégico justo por donde se ve flácido el brazo, un poco más de contraste para verme con mejor color, disparo desde arriba para ocultar la papada... Con mayor o menor ahínco, tratamos de dar nuestra mejor cara.
Ahora bien, seguro que te has fijado en que hay filtros de Instagram que, literalmente, cambian tus rasgos. Suben las cejas, rasgan los ojos (incluso les cambian el color), engrosan los labios, rellenan los pómulos, borran las ojeras… y un largo etcétera.
Muchas influencers comienzan sus speeches en Stories con el consabido “me he puesto este filtro porque no sabéis qué mala cara tengo”. Bien. Cuando es un filtro que simplemente hace como de media a lo Sara Montiel, es como quien se maquilla para salir. A eso no hay quien se oponga. Diferente es mostrarte al mundo con un aspecto que no es el tuyo, mediante esos filtros que mencionaba que cambian los rasgos como si la persona se hubiera sometido a cuatro cirugías y otros tantos retoques.
Todo ello, de hacerlo por convicción de que así “te ves mejor”, puede suponer un impacto en la autoestima bastante importante del que alertan los psicólogos. Y los cirujanos plásticos. Hablaremos de esto un poco más abajo.
“QUE HAY DETRÁS DEL SELFIE”
Este vídeo que ha creado Dove dentro de su Proyecto Autoestima y que pretende ser viral (con la ayuda de todos), intenta concienciar sobre el impacto que la presión de la apariencia en las redes sociales y la autodistorsión digital pueden tener en la autoestima de los jóvenes.
Los efectos que tiene el uso excesivo de filtros y herramientas de autoedición en la autoestima de los más jóvenes todavía se harán esperar pero, para cuando lleguen, será difícil paliar sus consecuencias.
El peligro llega cuando, asegura Sandra Andrés Bach, Marketing Manager de Skin Category en Unilever (empresa que fabrica Dove), los filtros se usan “para distorsionar la realidad y ajustarse a estrechos estándares de belleza”. Muchas chicas, abunda Andrés Bach, cada vez más jóvenes, sienten presión por editar sus fotos y crear algo “perfecto”, pero irreal.
LAS REDES SOCIALES, ¿CULPABLES?
Nos cuentan desde Dove que la profesora Phillippa Diedrichs, psicóloga investigadora del Centro de Investigación de la Apariencia de la Universidad del Oeste de Inglaterra y experta en imagen corporal, explica que “aunque ciertos aspectos de las redes sociales pueden fomentar la conexión y el bienestar, en los últimos años, decenas de estudios científicos han demostrado que las redes sociales pueden influir negativamente en la confianza en el cuerpo, el estado de ánimo y la autoestima.
Esto sucede cuando los usuarios pasan mucho tiempo publicando selfies, utilizando aplicaciones de edición y filtros para alterar su apariencia, comparándose con otros y buscando validación a través de comentarios y likes. Por lo tanto, es imprescindible que ayudemos a los jóvenes a desarrollar habilidades para navegar por las redes sociales de una manera saludable y productiva”.
DISMORFIA DEL SELFIE
El doctor Ángel Juárez, jefe del Departamento de Cirugía Plástica, Estética y Reparadora del Hospital Universitario La Zarzuela de Madrid nos alerta de que, cada vez más, recibe en su consulta a personas que solicitan una operación que le acerque al look que proporcionan algunos filtros de Instagram.
Esta situación revela la importancia de que el cirujano haga valer sus principios éticos no accediendo a operar a pacientes con trastornos de imagen o con peticiones irrealizables.
Dismorfia del selfie podría definirse como lo que te impulsa a pedir una cirugía estética para parecerte a tu mejor selfie, ese que solo se logra después de varios filtros y que puede distar mucho del aspecto real. El Dr. Juárez ha notado este cambio:
"Ya no se comparan con modelos, actores o personajes públicos, sino con una visión de ellos mismos distorsionada por los filtros".
El problema surge cuando se identifican más con la imagen de sus selfies, rechazan su apariencia real y buscan solucionarlo con la cirugía estética. “En la mayoría de los filtros que se utilizan en redes se estrechan las narices, se hacen los rostros más afinados, los labios más gruesos y las cejas más elevadas. Esto se traduce en una mayor demanda de rinoplastias, extirpación de bolas de Bichat y aumento de labios”, explica este cirujano.
¿QUÉ DEBE HACER EL CIRUJANO?
Si las expectativas no son realistas, se pueden detectar señales de dismorfofobia y ahí la consigna es clara: “Rechazar cualquier acto quirúrgico. Y, en su lugar, sugerir apoyo psicológico”. Este peligroso escenario hace que sea necesario apelar, más que nunca, a la profesionalidad y ética de los profesionales de la salud estética.
Recuerda: Bajo los hashtags #SinDistorsiónDigital (#NoDigitalDistortion) y #TransformemosLaBelleza (#LetsChangeBeauty), Dove nos invita a crear una definición de belleza más inclusiva y menos idealista para que las niñas crezcan en un ambiente digital sano.